Naturaleza
Hay muchas opiniones sobre este período, pero dos líneas de pensamiento tienen prominencia. Una afirma que la gran tribulación será la manifestación de la [Ver=] IRA DE DIOS contra el pueblo judío por el rechazo de Cristo. La otra, que será la ira de Satanás contra los santos por el rechazo del anticristo y la adhesión a Cristo.
Sin embargo, la Biblia contempla ambos aspectos. La gran tribulación manifestará la ira de Satanás contra Israel (Ap 12.12-17) y contra los santos (Ap 13.7), aun cuando esta manifestación no agota el derramamiento de la ira de este período. La Biblia afirma también que por sobre la ira de los hombres o de Satanás está la ira de Dios (Is 24.1; Jl 1.15; Ap 14.7, 19; 16.7; etc.).
Después de prevenir a los discípulos de que huyan prontamente cuando vean "la abominación desoladora en el Lugar Santo", Jesús describió un período más drástico, aunque breve, de gran tribulación sin paralelo en la historia. Si no fueran acortados estos días, nadie se salvaría (Mc 13.19s).
Posiciones Ante La Gran Tribulación Mateo y Marcos registran las palabras de Jesús como predicción de una conmoción cósmica, que ocurrirá "inmediatamente después de la tribulación de aquellos días" (Mt 24.29; Mc 13.24s; cf. Lc 21.25s). Entre la gran tribulación y la venida del Hijo del Hombre aparecerán señales y portentos que podrían identificarse con el derramamiento de las copas de la ira de Dios (cf. Ap 16.1-21). Este terrible tiempo de angustia pues, debe distinguirse del día de la ira de Dios.
Acerca de la gran tribulación hay tres posiciones bien definidas: La posición pretribulacionista sostiene que la Iglesia será arrebatada antes de la gran tribulación, la cual antecederá a la ira de Dios, y la Iglesia no la sufrirá (Ap 3.10). Es inconcebible para esta posición que Dios permita que los redimidos pasen por la gran tribulación que culminará con el derramamiento de la ira santa sobre la civilización pecadora (Ap 15.1).
La segunda posición, la mesotribulacionista, enseña que la iglesia será raptada a mediados de la tribulación, exactamente antes de que los vasos de la ira de Dios sean derramados sobre los incrédulos, y que la iglesia sufrirá la ira del hombre, pero no la ira de Dios. Así se explicaría la repetición de los "tres [años] y medio" (Dn 7.25; 11.9; Ap 12.14; 13.5, etc.) que son la mitad de una semana apocalíptica. Tal punto de vista, no obstante, destruye el conocido punto de la incertidumbre en cuanto a la [Ver=] PARUSÍA. El Señor no regresará, según esta interpretación, hasta que el [Ver=] ANTICRISTO y la gran tribulación vengan sobre el mundo y la Iglesia, inmediatamente antes del día de la ira de Dios (2 Ts 2.1-12).
La otra posición clásica es la postribulacionista. Identifica la gran tribulación con el día de la ira de Dios y afirma que la iglesia continuará en la tierra hasta la paruséa, exactamente al final de la última era. En ese instante la Iglesia será arrebatada en las nubes para encontrar al Señor en el aire. La iglesia sufrirá hasta el final la aflicción bajo el anticristo y será diezmada. En esta posición no hay distinción entre [Ver=] ISRAEL y la [Ver=] IGLESIA. Además, desaparece también el aspecto sorpresivo de la Segunda Venida. Cristo no vendrá sino hasta que toda una serie de señales se hayan cumplido.
El Tiempo
La constante tribulación de Israel en el Antiguo Testamento sirve de modelo para la necesaria tribulación de la Iglesia en el Nuevo Testamento. No solo Jesús habla de la tribulación presente (Jn 16.33); San Pablo también comprende la brevedad del tiempo y ve la aflicción final irrumpiendo en el presente.
Apocalipsis 1.9, escrito al final del primer siglo, manifiesta la convicción de que la tribulación ya ha comenzado. El sufrimiento del apóstol Juan y de las iglesias, el trabajo de Satanás y el sufrimiento que aun vendrá en breve son pasos hacia la gran tribulación (Ap 3.10; 7.14).
La distinción básica entre la comprensión judía y la cristiana de la tribulación escatológica es, entonces, el hecho de que esta es aún futura para el judaísmo, mientras que ya ha comenzado para los cristianos. Esta constante de más de diecinueve siglos irá en aumento, hasta que la tribulación final sea una demostración del "justo juicio de Dios" (2 Ts 1.5s).
Propósito
Según la mayoría, dos elementos que no deben confundirse conforman la gran tribulación: tribulación de manos del anticristo y la manifestación de la ira de Dios. A la luz de esto, dos propósitos se ponen de relieve:
1. Preparar a Israel para recibir a su Mesías. La profecía de Jeremías 30.7 aclara que la llegada de este tiempo tiene particular referencia a Israel, porque es "tiempo de angustia para Jacob" (cf. Mal 4.5s).
2. Derramar JUICIO sobre los hombres y naciones incrédulos (Ap 3.10; 14.8), aunque todavía no es el juicio final. ( SEGUNDA VENIDA.)
FUENTE:biblioteca E-WORD
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