¿Tiene
usted las manos limpias? ¿Quién podrá estar en pie?
¿Tiene usted las manos limpias?
Muchas veces he oído decir a la gente: "¡Yo no
he hecho nada!'' Obviamente, es la respuesta normal que esperamos cuando le
preguntamos a las personas acerca de su relación con Dios y con Cristo. Como no
han robado nada y no le han ocasionado mal a nadie, ni tampoco se han
emborrachado, creen que no han hecho nada que pudiera ofender al justo y santo
Dios.
Esta afirmación no es cierta, ellos han hecho algo.
Tal vez no han cometido ningún delito grave, de los que hasta los ateos
condenarían, pero tampoco pueden cumplir con las expectativas que Dios tiene de
nosotros y dejó perpetuadas en su sagrada Palabra. La Biblia dice claramente en
Romanos 3:23: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria
de Dios''.
La afirmación: "Yo no he hecho nada'' no es
cierta, sino una triste confesión, pues no hacer nada significa, sin duda,
hacer algo. Para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de ellos, Dios "ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna'' (Juan 3:16).
Cuando frente a un regalo tan grande no se hace
nada, significa, de todas maneras, que algo se está haciendo.
Si yo le envío un presente costoso, y usted se
niega a recibirlo de la mano de quien se lo ha llevado hasta su casa, ¿se puede
decir que usted no ha hecho nada? ¿Acaso no ha despreciado mi regalo, rehusado
mi amistad y ofendido mi persona?
El regalo más costoso que existe es la dádiva del
Hijo de Dios, Jesucristo. Él vino "a buscar y a salvar lo que se había
perdido'' (Lucas 19:10). Él viene ahora y le está buscando, Jesús quiere
salvarle. Si usted no hace nada, de todas maneras está haciendo algo, usted se
está negando a aceptar el mayor de todos los regalos. Lo está rechazando, y con
ello ofende y niega al mayor de todos los dadores.
Si hacemos esto, traeremos sobre nosotros una justa
retribución. La Palabra de Dios dice en Hebreos 1:1-2 y 2:1: "Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo… Por
tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos
oído, no sea que nos deslicemos''.
Los dichos de Dios, a través de su Hijo, son muy
serios y de suma importancia. Si no queremos escuchar su palabra, es que
estamos endurecidos. Es por eso que continúa diciendo: "Porque si la
palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y
desobediencia recibió justa retribución, cómo escaparemos nosotros, si
descuidamos una salvación tan grande?'' (Hebreos 2:2-3). ¡No podremos escapar!
Es algo muy serio que ante una oportunidad tan
grande no hagamos nada, sigamos de largo sin prestar atención, o continuemos
soñando. Implicará una pérdida irremediable, un arrepentimiento perpetuo. Por
eso, le ruego: ¡Haga algo! Haga que Jesucristo reciba el primer lugar en su
vida. Confíe en él como su Salvador, sírvale como su Señor.
Y cuando haya hecho eso, deberá hacer una cosa más.
Usted se deberá mostrar abiertamente partidario de él. En una de las guerras en
Escocia, una anciana vio cuando un grupo de soldados marchó frente a su puerta.
Con gran entusiasmo, aquella anciana cargó la escoba al hombro y los siguió en
su marcha. Alguien le dijo: "Con esa escoba no podrá hacer nada''.
"¡Oh claro que puedo!'' respondió ella, "¡puedo demostrar de qué lado
estoy!''.
¡Yo también puedo mostrar de qué lado estoy, y
quiero hacerlo! Si he aceptado a Jesucristo como mi Salvador, quiero
compartirlo con una persona perdida, quiero orar con una pobre viuda, quiero
confesar a Cristo ante un mundo insensible. ¡Quiero hacer algo! Dios nos ayude,
a usted y a mí, a hacerlo realmente.
¿Quién podrá estar en pie?
Esta pregunta leemos en Malaquías 3:2:
"Y quién podrá soportar el tiempo de su
venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como
fuego purificador, y como jabón de lavadores''.
¿Quién podrá estar en pie? Esta es la pregunta más
urgente que nos debemos formular. Con demasiado gusto elegimos aquellas
palabras de la Biblia que nos convienen, nos consuelan y nos alientan. En
determinadas circunstancias es totalmente legítimo. Pero, no miramos con mucho
agrado aquellas palabras que evidencian una advertencia. Junto al amor, la
misericordia y la paciencia de Dios, también está su santidad y justicia y la
realidad del muy inminente regreso de Jesús, ya sea para salvación o para
condenación.
La primera iglesia de Jesús en Jerusalén, que en un
principio estaba integrada únicamente por judíos, vivía con la esperanza de Su
pronto regreso. Esta esperanza la mantuvo alerta y viva. Muchos creyentes aún
se acordaban de estas palabras de Jesús: "Porque el Hijo del Hombre vendrá
en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme
a sus obras'' (Mateo 16:27) O de estas otras: "Por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis''
(Mateo 24:44).
Transcurrieron ya aproximadamente 2000 años, y la
Iglesia aún sigue esperando ansiosa que su Señor la venga a buscar. Algunos
cristianos se entibiaron y fueron seducidos, y a algunos les falta el aceite
del Espíritu Santo. Los escarnecedores hasta llegan a afirmar que la esperanza
del regreso de Jesús es una Fata Morgana (un espejismo) y una manera de
atemorizar a la gente, pues nada de ello se puede comprobar: "… ¿Dónde
está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres
durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la
creación'' (2 Pedro 3:4). Se presta atención a cuanta cosa sea posible, menos a
las infalibles palabras de Jesús: "Todo aquel que es de la verdad, oye mi
voz'' (Juan 18:37). Y, realmente, en la Biblia se puede oír su voz. Pero,
Satanás tiene más de una artimaña preparada para desviar a las personas de la
verdad, tal como dice en 2 Tesalonicenses 2:9-11: "inicuo cuyo
advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto
no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un
poder engañoso, para que crean la mentira''. En Romanos 1:22 leemos:
"Profesando ser sabios, se hicieron necios''.
El tiempo del advenimiento de Jesús se acerca más y
más. Por eso, y según leemos en Santiago 5:7, esperémoslo con corazones
fervientes y preparémonos para nuestro encuentro con el Señor: "Por tanto,
hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor…'' El que pertenece a la
verdadera Iglesia de Cristo, se aprontará y esperará con entusiasmo Su regreso,
ya sea que lo experimente por medio de la muerte o del arrebatamiento. En
Hebreos 9:28 leemos: "así también Cristo fue ofrecido una sola vez para
llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan.'' Pero, aquellos que tengan que
presentarse ante Dios sin la protección de la sangre de Jesús, experimentarán
angustia y desesperación. Pues en ellos se cumplirá lo que Jesús había
predicho: "Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros;
y a los collados: Cubridnos'' (Lucas 23:30). Las personas aún se burlan:
"¿dónde está el Dios de justicia?'' (Malaquías 2:17). Pedro responde:
"sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos
para ser castigados en el día del juicio'' (2 Pedro 2:9).
Que el "fuego purificador'' y "el jabón
de lavadores'' puedan hacer en nosotros la obra de preparación. Pues sería
devastador tener que enfrentar a Jesús en el día de Su regreso con nuestras
ropas manchadas. Sólo si hemos sido limpiados y santificados por medio de Su
sangre podremos ir a Su encuentro colmados de júbilo. Tomemos en serio sus
advertencias: "Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el
Hijo del Hombre ha de venir'' (Mateo 25:13). "al que nos amó, y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su
Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén''.
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